martes, abril 29, 2008

Del canibalismo al capitalismo IV



El interglaciar Holoceno (termino compuesto por el prefijo griego holos que hace referencia a la totalidad, al “todo” y Kainos que significa “reciente”, es decir “todo reciente”, ahora, vamos.) es la época geológica actual, dentro del periodo Cuaternario de la era Cenozoica.

El -10.000 es una cifra redonda, especial en muchos sentidos, constituye un punto de inflexión, el chollo se acaba, escasean los mamuts, los megaterios, los mastodontes, todos los mamíferos gigantes y varias decenas de especies mas se extinguirán de una punta a otra planeta en apenas dos mil años, por efecto de los cambios en el medio ambiente y la acción del ser humano. En Oriente medio y próximo surge la agricultura y la ganadería, aun un fenómeno localizado pero que pronto se extenderá por todo el mundo.

El planeta era algo distinto entonces, el polo norte apuntaba a una región del espacio más cercana a Vega, estrella de la constelación de Lira, que a la Osa menor como ocurre en la actualidad, el eje de la tierra estaba mas inclinado hacia el sol de lo que está ahora por lo que el hemisferio Norte recibía mucha más cantidad de radiación solar, además el paso por el punto de la trayectoria elíptica más próximo al sol ocurría en verano y no en invierno como en nuestros días. Al comienzo del Holoceno, el nivel del mar aun era al menos cien metros mas bajo, es por esto quizá que apenas se conserva casi nada de épocas anteriores, todos los asentamientos humanos a orillas del mar se encontrarían hoy día bajo agua. El desierto de Arabia y el del Sahara (donde el lago Chad era unas diez veces mayor) gozaban hasta ese momento de un clima subtropical por efecto de unos monzones reforzados por la masiva evaporación del hemisferio norte, la multitud de fantásticas pinturas rupestres encontradas en el Hoggar y el Tassili, muestran entre otras cosas, que al menos hasta el -6.000 en estos lugares abundaba la caza.

La “tecnología”, el microlitismo y el exhaustivo uso de los recursos, gracias a la cual el cromañón pudo prevalecer frente al imperio de frio donde los neandertales fracasaron, era asombrosa. Las agujas y punzones de hueso, las fibras vegetales, las cuerdas de tripa y tendones, le permitían confeccionar calzado y prendas de abrigo infinitamente más eficaces que las de sus extintos primos europeos, a la par que un buen numero de accesorios, herramientas, utensilios, adornos (algunos de metal fundido) y armas altamente sofisticadas, (se sabe que desde el comienzo de esta época, el hombre usaba embarcaciones para navegar desde las costas del próximo oriente a Chipre, con el propósito de cazar unos hipopótamos enanos hoy extintos), en resumen, artefactos que le facilitaban y hacían más soportable y cómoda la que sin duda era, a pesar de todo, una vida dura. Los periodos de tiempo libre, favorecían el desarrollo de las capacidades propias de cada individuo, la practica llevó a la especialización, que conduciría mas tarde al oficio. El “estilo cromañón” se ha conservado mas allá de las diferencias medioambientales, hasta la actualidad y aun es posible rastrearlo en comunidades como las de los Yanomami, bosquimanos, Inuit y algunas mas, aun a pesar de la contaminación cultural. Ahora son primitivas formas de vida que sin embargo a los neandertales debieron parecerles complicadas, extremadamente técnicas y complicadas, ó tal vez solo demasiado diferentes de las suyas propias.

Frente a este modelo de existencia basado en la caza y la recolección, nos encontramos con otro en el que se observan diferencias radicales en la manera de relacionarse con el medio. Aparece en Oriente medio y próximo, aunque no podemos descartar que también apareciera simultáneamente en América o Asia. Estamos ante un nuevo “estilo”, no solo completamente distinto, sino también antagónico: aparece el concepto de propiedad, derivado, entre otros motivos, del esfuerzo empleado en conseguir artificialmente productividad del suelo. El comercio dejó pronto de ser un mero intercambio de regalos para convertirse en lo que es hoy dia, una actividad cercana a la piratería, el miedo obliga a fortificar los poblados para hacer frente al saqueo de los pueblos barbaros, las rapiñas de pueblos nomadas ó las ambiciones de pueblos vecinos, hace diez mil años en Jericó dos mil personas gustaban de vivir detrás de una muralla de diez metros de espesor y ocho de altura.

Aunque la cerámica más antigua tiene 11.000 años y se ha localizado en Japón; aparentemente de forma independiente, alrededor del -10.000 surge en Mesopotamia la cultura de El Obeid, y ya en el -9.500 en el Sahara. Hasta entonces nadie había necesitado vajilla.

La geología la antropología y la arqueología entre otras, ponen a nuestra disposición un cumulo de datos de este tipo, obtenidos de formas variopintas, tan sofisticadas como las técnicas de datación en función del contenido, en las muestras, de determinados isotopos, o bien gracias a la constatación de la presencia de cagarrutas de ciertos roedores, extintos en una fecha conocida, datos con los que realmente es posible componer el gigantesco puzzle, pieza a pieza, un trabajo añadido que nos puede dejar entrever, si nos esforzamos, algunos aspectos del devenir de aquellos tiempos, a pesar de que evidentemente quedan huecos enormes por rellenar.

A diferencia de esta imagen pixelizada e incompleta pero bastante exacta, que nos proporciona la ciencia, los testimonios escritos pretenden entregarnos historias completas, aderezadas y perfectamente cocinadas, listas para el consumo. Se trata en muchos casos de resúmenes de testimonios mucho más antiguos, copias de otras copias de relatos que nunca habían sido escritos antes, historias fascinantes que sin duda carecen de la precisión y el rigor científico actual, pero que a menudo nos hablan de hechos corroborados más tarde por la misma ciencia, relatos donde está siempre presente la figura de los dioses, unos seres sobre los que, por el contrario no nos dicen nada los prehistoriadores, aunque habría que tener en cuenta determinadas pinturas del Tassili y algunas otras “curiosidades”, imposibles de ignorar pero debidamente clasificadas como “incomprensibles”, después de mucho devanarse los sesos, eso sí.

El principal merito del dios Osiris, afirma Diodoro de Sicilia, fué hacer perder a los hombres el habito de comerse unos a otros” enseñándoles la agricultura. Se vé que cuando la caza desapareció con el cambio climático y el exceso de predadores, el ser humano perdió los papeles y sufrió el síndrome del naufrago de comic, ese que en sus pensamientos se figura que su compañero de desdicha es un pollo asado.
Se puede pensar que los antiguos eran bastante ingenuos en sus creencias y que estaban dotados de una desmesurada imaginación, de hecho emplearon mucho esfuerzo en construir teogonías y cosmogonías absolutamente surrealistas a nuestros ojos, incluso en los escritos que no tratan de nada divino ni metafísico sorprende la obsesiva presencia de los dioses, sin embargo entretejido con el mito se encuentra a menudo algún eco de realidad, el problema es interpretarlo correctamente dado el gusto generalizado por lo enigmático y la floritura mística, a este respecto Plutarco aconseja leer entre lineas. Platón lo explica poniendo en boca de un sacerdote de Neith (llamado “Sonchis” según Plutarco), en Sais, Egipto, estas palabras:
“Tomemos un ejemplo, lo que se cuenta entre vosotros de que una vez Faetón, el hijo del Sol montó en el carro de su padre y, por no ser capaz de marchar por el sendero paterno, quemó lo que estaba sobre la tierra y murió alcanzado por un rayo. La historia, aunque relatada como una leyenda, se refiere, en realidad, a una desviación de los cuerpos que en el cielo giran alrededor de la tierra y a la destrucción, a grandes intervalos, de lo que cubre la superficie terrestre por un gran fuego”.

Platón es también el responsable de uno mis mitos preferidos, uno muy conocido, que resume en el “Timeo”, pero que detalla en otro dialogo, el “Critias”, lamentablemente inacabado. Pocos textos tan exiguos han sido objeto de tanta especulación; desde que fue redactado ha estado siendo estudiado, analizado, interpretado, destripado en suma, por las sucesivas generaciones de estudiosos, sin que se haya podido avanzar gran cosa. Una enorme incognita, “grande como Libia y Asia juntas”, eso es, aunque hay indicios que podrían avalar al mito de la Atlantida, como por ejemplo, un curiosa peculiaridad lingüística: mientras que la silaba “Atl” no existe en ninguna lengua occidental ni asiática con excepción del nombre de Atlas y sus derivados, al otro lado del atlántico, se emplea con profusión en la lengua azteca. Si las ruinas encontradas a 300 metros de profundidad, en la costa de Cuba, resultan ser ruinas y no formaciones rocosas de origen natural, seguro que avivarán la polémica.

http://es.wikipedia.org/wiki/Critias_(di%C3%A1logo)

http://es.wikipedia.org/wiki/Timeo_(di%C3%A1logo)