martes, noviembre 03, 2009

Impresiones de viajes VIII



Durante el propio reinado de Ramses XI, la XX dinastía sucumbe o abandona, a pesar de lo que diga la propaganda monárquica a través de los bajorrelieves de los templos; en realidad el poder efectivo lo ostenta por un lado, un general de origen libio, Herihor, gran sacerdote de Amon, dueño del alto Egipto y por otro el antiguo visir Nesubanebdjed, (el Esmendes de Herodoto), asimismo militar de origen libio, quizás hermano de Herihor, quien controlaba el Bajo Egipto.

A Ramses XI se le presentaba un problema, con los colonos libios asentados en el Delta, gente orgullosa que no había cambiado sus nombres por otros egipcios y hacia gala de sus orígenes conservando la antigua costumbre de adornarse la cabeza con dos plumas y que en muchos casos no respetaban los preceptos religiosos básicos, como la prohibición de comer pescado, cosa inmunda para un egipcio en virtud de la tradición osiriaca que hacia del oxirrinco un pez sagrado ( y por extensión, todos los peces) por el hecho de haber ingerido el falo de Osiris tras su desmembramiento a manos de Seth. Al frente de estos libios, aunque absolutamente integrados en la estructura social egipcia, estaban los Grandes Jefes de los “Ma” (diminutivo de “mashauash”), que por entonces ya eran dueños de tierras, poseedores de riquezas y planeaban ignorar la autoridad del rey.
Eran tiempos en los que la mayoría de la población rayaba la indigencia, una multitud de artistas, orfebres, pintores, escultores y artesanos desempleados, ya que todas las obras publicas habían sido abandonadas, andaban bastante cabreados y protagonizaron algunas revueltas que fueron ejemplarmente sofocadas. Los canales cegados no eran limpiados, ni reparados los diques rotos, los caminos eran difíciles y expuestos al bandidaje, en aquellos momentos el saqueo de tumbas reales, era un recurso nada despreciable para muchos, un gran numero de ellas fueron esquilmadas en aquella época a pesar de los durísimos castigos impuestos a los saqueadores porque en realidad, si conseguías hacer una fortuna con el robo, daba igual que te pillaran puesto que la justicia hacia mucho que había desaparecido sustituida por el oráculo de Amón y los pleitos se ganaban a golpe de talonario. Lentamente la infraestructura comercial del Alto Egipto, segregado en multitud de latifundios fue deteriorándose, no se atendían las labores de mantenimiento fundamentales y los nomos solo se ocupaban del autoabastecimiento, por lo que al no haber excedente, la economía continuó ralentizándose. El momento económico de las ciudades del Delta era muy diferente puesto que el comercio fenicio en el mediterráneo estaba entrando en su apogeo y los magnates de muchas ciudades del Norte disfrutaron de una gran prosperidad: Bubastis, Atribis, Sais, Busiris, Mendes,Sebennitos , Farbaitos, Per Seped y Buto fueron la cuna de grandes fortunas familiares, algunas de origen libio que serian relevantes en el futuro, sin embargo nada o muy poco de esa riqueza alcanzaba a la mayoría de la población, entregada en el mejor de los casos a la servidumbre. Una diferencia significativa entre el Alto y el Bajo Egipto era la presencia de ejércitos formados y estables solo en las ciudades del Norte ya que las milicias de los nomos del Alto Egipto gracias al sistema de inmunidades, no tenían la obligación de atender eventuales demandas de tropas de Tebas, por lo que el ejercito del Sur resultaba ineficaz .
Así estaban las cosas cuando Amenhotep, sumo sacerdote de Amón, fue acusado por un delito que no se especifica, hecho que se puede interpretar como un intento de recuperar el control por parte de la monarquía, aunque tuvo que ser reducido por la fuerza gracias a las tropas de Panehesy ("el negro"), virrey de Nubia, llamado a tal efecto por Ramses XI. Sin embargo, cuando Herihor, a la muerte de Amenhotep asume el cargo de gran sacerdote de Amón con el beneplácito del rey, será Panehesy quien será expulsado. Da la impresión de que o bien Ramses no sabia muy bien lo que hacia o que Panehesy era demasiado ambicioso, en cualquier caso, el ascenso de Herihor al final de la era ramesida, marca el comienzo de lo que ha venido en llamarse tercer periodo intermedio, y también el final del Imperio Nuevo.
Herihor después de ser nombrado virrey de Nubia por el propio Ramses, a la muerte de Panehesy, ignorando al rey o con su consentimiento, gracias a un oportuno oráculo de Amón, asumió todas las prerrogativas reales fundando la XXI dinastía sin esperar a que se extinguiese la XX. Nombró a su hijo Piankhi sumo sacerdote de Amón, quien renunció cortésmente a la titulatura real, aunque el hijo de este ultimo, asumiría la realeza después del largo reinado de un hijo de Nesubanebdjed, Psusennes I .
En realidad la casa real y el pontificado de Amón desde Herihor, estuvieron siempre emparentados y mantuvieron una estrecha relación, de tal manera que el poder religioso, el económico y el militar, se hallaban aunados aunque en la práctica la monarquía hasta la muerte de Ramses XI asumirá el aspecto de un triunvirato.
Nesubanebdjed desde Tanis, representaba el poder económico de las ciudades y controlaba el ejército de los “Grandes Jefes de los Ma”, sin embargo era Herihor como gran sacerdote de Amón quien detentaba las prerrogativas reales. En resumen, los oligarcas del Delta concentraban la riqueza, parapetados tras las fuerzas libias del ejercito, mientras el resto de la población languidecía, situación que desembocó en una revuelta popular de tintes independentistas, en Tebas durante el reinado de Pinedjem, que fué sofocada y los rebeldes exiliados al oasis de El Khargeh. Como probablemente era mas costoso mantenerlos en el oasis libio que darles la libertad, Menkheperre, hermano de Pinedjem, quien manifestando su poder mediante algunos milagros, había llegado a Tebas para ser investido sumo sacerdote de Amón, echando cuentas, mandó ejecutar a los que tenían delitos de sangre, amnistiando a los demás, cosa que fue proclamada como una muestra de la bondad de Amón, mediante uno de esos oráculos tan oportunos .

Un síntoma de la inestabilidad de aquella época, es que los faraones no dudaban en reutilizar los sarcófagos más impresionantes de los requisados a los saqueadores de tumbas, un pragmatismo quizás impensable en otro tiempo. La religión se había depreciado mucho entre la gente llana, cuando se pasa hambre se tienen otras prioridades, además para escarnio del clero, por entonces se había divulgado una parodia de literatura sagrada bastante escabrosa, conocida hoy como “El mito de Horus y Seth”. Ignorando los hechos, en una huida hacia delante, el clero proclamaba el Uhm Msut , la «Era del Renacimiento», con la esperanza de insuflar algo de esperanza u optimismo y recuperar para la religión algo del prestigio perdido, aunque hay que matizar este hecho: no es que la gente se hubiera vuelto atea, ya que el pueblo mantenía un profundo fervor sobre todo en torno a Osiris y el culto agrario, ignorando en la mayoría de los casos a Amón, que era un dios exclusivo de los soberanos de Tebas.


Mientras tanto, hacia el final del reinado de Psusennes I, en Palestina, David apoderándose de los territorios de Edom, hasta el Jordán y aliándose con Hiram de Tiro, estableció una ruta comercial con la que, aunque lesionaba los intereses de Egipto, financiaba el reino de Israel que había fundado recientemente su suegro Saúl, sin el beneplácito de los sacerdotes de Adonai.
Aproximadamente veinte años después, tras la muerte de David, se produjo una fratricida crisis dinastica, que aprovechó el faraón Psusennes II para arrebatar Gezer a los filisteos; plaza fuerte que entregaría mas tarde como dote, para la boda de su hija con Salomón, con idea de establecer entre Israel y Egipto un vinculo que salvaguardase los intereses egipcios, aunque a la muerte de Psusennes II, las directrices de la política con respecto a Israel iban a cambiar radicalmente. Sheshonq, Gran Jefe de los Ma, de la rica familia de sacerdotes de Harsafes en Bubastis, funda la dinastía XXII con el apoyo incondicional de las ciudades del Delta, trasladando la capital de Tanis a Bubastis.
Al parecer, la rápida prosperidad de Jerusalén perjudicaba mas de lo esperado los intereses comerciales del Bajo Egipto, por lo que no es nada improbable que en realidad el ascenso de Sheshonq fuera propiciado por los lideres económicos de las ciudades ya que, a la muerte de Salomón y en medio de la guerra civil que siguió, cuenta la Biblia que Sheshonq “ cayó sobre Jerusalén, se apoderó de los tesoros de la casa del Eterno y de los tesoros del rey, se adueñó de todo. Se apropió de los escudos de oro que Salomón había mandado hacer..”.
Israel y Judea, estados en los que se dividió el reino de Salomón, tuvieron que aceptar el protectorado egipcio y pagar en adelante el correspondiente tributo, al tiempo que comenzaba para las ciudades del Delta un nuevo periodo de prosperidad, puesto que sus puertos se convirtieron nuevamente en el destino de las rutas comerciales, usurpado durante un tiempo por las ciudades de Israel. Tampoco la ciudad estado de Tiro, a pesar de haber sido en principio un buen aliado, estaba interesada en permitir que el Israel de Salomón desviara parte del comercio hacia sus incipientes puertos instalados en la costa palestina, por lo que parece ser que el reino de Israel no tenia futuro, sin embargo todas las economías de la zona habían estado muy complacidas con un estado militar como el establecido por el ejercito de David que les ahorraba el costoso mantenimiento de una fuerza militar permanente que protegiera las rutas comerciales. Las ciudades fenicias, que presumían desde hacia tiempo de haber perdido el respeto a Egipto, se apresuraron a ofrecer sus tributos, con el doble animo de evitar que el ejercito de Sheshonq se interesara por ellas y por otra parte fomentar el protectorado egipcio en la zona, siempre preferible a la alternativa asiria, que empezaba a levantar cabeza nuevamente.
Después de las extenuantes y continuas guerras que Tukulti-Ninurta impuso al país, que le habían permitido someter a los arameos, apoderarse de la Transtigritania y conquistar Babilonia, una profunda crisis dinastica, tras el asesinato del rey por su hijo, Assur-nasir-apli, deshizo el incipiente imperio asirio y mantuvo el país demasiado ocupado en sus propios problemas internos, hasta el advenimiento de Teglat-phalasar I, quien forzando de nuevo la maquina militar asiria, conquistó nuevamente Babilonia al derrotar a Nabucodonosor I, extendiendo así el Imperio asirio hasta el mediterráneo y hasta las propias fronteras orientales de Egipto.

La dinastia Sheshonquida, disfrutó de riquezas sin medida, como demuestran los sarcófagos de plata maciza de la época, aunque su influencia y su prestigio no iba mas alla de Memphis o Heracleopolis; el Alto Egipto por el contrario, sumido en un letargo financiero atroz, permanecía en manos de los sacerdotes de Tebas, quienes celosos de su modo de vida, cerraban las puertas a los intentos de acercamiento de la monarquía. El desmembramiento feudal estaba tan avanzado en el Delta que en adelante, cada ciudad recreará su propia corte, adorara a sus dioses locales y tendrá su propio ejercito para defender sus propios intereses incluso contra otras ciudades egipcias; prolifera la literatura de caballería, donde heroicos príncipes baten sus armas, con la inestimable ayuda de unos dioses demasiado humanos, al estilo de la Iliada, el Mahabharata o Stargate.
El sumo sacerdote de Heliopolis se declarará soberano, así como el príncipe de Mendes, el de Per-Seped o el de Sais, aunque todos ellos debían fidelidad al rey, en la practica, el Delta es ahora un racimo de estados independientes como en la época predinastica. El Alto Egipto ajeno al feudalismo militar, por el contrario, mantiene su unidad en torno a Amón y a Tebas, pero el frágil sistema económico, eminentemente agrícola, se encuentra permanentemente expuesto al carecer del dinamismo comercial necesario para su desarrollo. A pesar de todo, esta incierta situación se prolongaría por más de dos siglos, en virtud de la ausencia de agresiones externas. Sheshonq, puesto que cada uno de los príncipes de las ciudades rivalizaba en riqueza, no acababa de imponer su autoridad fuera de su jurisdicción, de manera que enfocó sus esfuerzos en intentar que el clero de Tebas le reconociera, a tal efecto nombró a su hijo Iuput, sumo sacerdote de Amón, aunque fue inútil, el clero de Amón respondió nombrando a Iuput, a su vez, rey de las dos tierras. Osorkon I, el sucesor de Sheshonq, lo intentó de nuevo, de igual forma, obteniendo exactamente el mismo resultado, tampoco Takelot consiguió legitimar su reinado, ni luego Osorkon II que tuvo que ver como su primo Harsiese, sumo sacerdote de Amón, se proclamaba rey de Tebas y fundaba la XXIII dinastía. Durante el reinado de SheShonq III, Pedubast, rey de Tanis se proclama rey de Leontopolis, consiguiendo hacerse reconocer por el clero de Tebas, Menfis y Heracleopolis, al tiempo que Tefnakht príncipe de Sais, “Gran Jefe de los Libu” y “Gran Jefe de los Ma”, ( otras fuentes lo identifican con el nieto de un tal Basa, sacerdote de un templo de Amón cerca de Sais) se hace con el control de la parte occidental del Delta y funda la XXIV dinastía, de tal forma y durante un tiempo tres dinastías se disputaron, entre revueltas populares, epidemias, miseria y hambre, el control del país de la tierra negra.

Bibliografia : J.Pirenne "Historia del Antiguo Egipto"
Heródoto " Historia"