domingo, enero 03, 2010

Impresiones de viajes X


Cuenta el “Critias” de Platón, que el celebre legislador Solón, conoció a través de los propios sacerdotes de Sais, el fabuloso mito de la Atlántida que Platón nos quiso dejar, aunque no fue lo único, con toda probabilidad el inventor de la Timocracia (un nombre ciertamente apropiado), tomó buena nota del código legislativo existente en el Egipto de Psametico, que se inspiraba directamente en el de Bocchoris, aunque este ultimo no era desconocido en el mundo griego desde la legislación de Carondas de Catania. Por aquella época, Tales de Mileto, jonio de origen fenicio, puso al alcance de Europa los conocimientos científicos y filosóficos que aprendió en Egipto, convirtiéndose en el padre de dos líneas de pensamiento diferenciadas que influyeron notablemente en el devenir cultural del mundo, a través de dos de sus discípulos, por un lado Anaximandro, eminentemente empírico al igual que su maestro, por otro lado, el mucho mas famoso y tan místico como para dar origen a una nueva corriente religiosa, Pitágoras, de quien Heródoto sugiere que aprendió la teoría de la “metempsicosis” en Egipto, a pesar de que la teología oficial egipcia nunca contempló el fenómeno de la trasmigración de las almas, tal vez Heródoto solo interpretó erróneamente el gusto de los egipcios por amortajar a todo bicho viviente. La influencia egipcia alcanzó a todos los órdenes de conocimiento, en mayor o menor medida, en la arquitectura, los peristilos griegos son calcados de los egipcios y la columna dorica al igual que las de ciertos templos egipcios tiene dieciséis acanaladuras. En cuanto a si existe relación entre la religión egipcia y la griega, el propio Heródoto no tiene ningún escrúpulo en decir que el panteón griego fue tomado de Egipto, denominando siempre a cada dios con el nombre de su equivalente griego y llegando incluso a negarse piadosamente, en mas de una ocasión, a proporcionar detalles que pudieran haber representado una profanación, una actitud lamentable que ha arrebatado de esa forma a los estudiosos, una información preciosa sobre determinados aspectos de las costumbres egipcias.

Hay quienes defendieron en su momento, el carácter mágico de algunos ritos y maneras egipcias, sin duda tenían motivos para ello, el conocido muñeco de cera al que se aguijonea con animo de dañar a la persona representada, aunque actualmente lo asociamos automáticamente al vudú caribeño, en realidad era un recurso al que recurrieron incluso los mismísimos faraones, ya desde la época de Ramses. Además, el intrincado sistema de asociaciones entre divinidades no siempre fue entendido por la gente, entre la que proliferó, sobre todo en época Saita, un cierto fetichismo: había quien prometía alimentar espléndidamente al animal que simbolizaba al dios invocado, si sus peticiones resultaban satisfechas y sobre todo quien enterraba momias de animales en los recintos sagrados a modo de homenaje al dios que representaba.

Por otra parte la noble disciplina científica conocida hoy como química, nacida a partir del oscuro y en su día perseguido arte de la Alquimia, toma su nombre del egipcio antiguo: kemi , Kmt “el país de la tierra negra”, Egipto, de donde eran los mas famosos médicos de la antigüedad, conocedores de todo tipo de pócimas, efectivos remedios y por supuesto también de fulminantes venenos, elaborados siempre según un estudiado ritual en el que no faltaban los conjuros y los sortilegios. En Sais se sabe que existía una escuela de médicos, a la que podían asistir estudiantes sin recursos por medio de becas y de donde salían convertidos en auténticos especialistas en oftalmología, traumatología, etc.

Se ha malinterpretado mucho de la religión egipcia, se quiso ver como una muestra de estupida zoolatría, el nuevo modo de representar, en ocasiones, a los dioses en esta época, cuando empezaron a ser mostrados conservando la cabeza de animal tradicional, pero ahora con cuerpo de halcón en lugar de cuerpo humano. En realidad se trata de una nueva evolución de la teología oficial, en el intento de alcanzar un sincretismo entre el culto solar y los movimientos místicos populares en torno a Osiris, Isis y Horus. Si a Horus se le representaba con cabeza de halcón, dando a entender que era un aspecto de Ra, así el resto de los dioses, conservando su cabeza original, fueron representados con cuerpo de halcón para dar a entender que únicamente eran emanaciones de Ra.

El clero menfita se habia deshecho de la formula tebana de Amon-Ra, integrando ese concepto en el antiguo dios Atum (en realidad Amon desaparece del culto real), por lo tanto, Ra no es ya la conciencia del caos, sino que es Atum mismo quien existe desde el principio (Atum-Ptah), plenamente consciente y quien aparece como creador de todas las cosas, de tal forma que Ra no es sino solo un aspecto de Ptah, quien es también de forma simultanea, Osiris, como principio regenerador y redentor de la humanidad.

El auge del culto al buey sagrado, representa un fenómeno internacional, que abarca toda la cuenca mediterránea y Asia, y en Egipto simboliza la forma viva en la que Ptah se manifiesta: Apis, nacido de un rayo solar y de una ternera que es la diosa Nut en su apariencia de vaca, simboliza a Ra, señor de la creación y la vida, es el testimonio viviente del poder creador de Ptah y será venerado en vida como el “Sol viviente” y tras su muerte, después de su embalsamamiento, será vinculado a Osiris y venerado como Osiris-Apis (Serapis), asimismo según esta misma formula, Ptah es durante el día, Ra, el sol creador, y durante la noche, Osiris, el que franquea el camino a la vida eterna.

El sincretismo elaborado en Menfis, al igual que, en su momento, el de Tebas o Heliopolis, una vez mas buscaba la conjunción de la base social y el clero bajo el amparo de la monarquía, que asimismo necesitaba el apoyo popular ya que al haber destruido por completo la feudalidad, se había creado poderosos enemigos entre la opulenta antigua oligarquía, que no llevaba muy bien la perdida de sus privilegios aristocráticos. Pacificado el Delta y reconstruido el edificio administrativo, Psametico empleó después su ejercito, formado fundamentalmente de mercenarios griegos y asiáticos, en restablecer el control de Nubia, reconquistar Palestina y en ultima instancia, por absurdo que pueda parecer, en intentar apoyar a Asiria que por entonces, sucumbía a manos de los medo-persas y los babilonios, si bien estos últimos dieron tal paliza en Harrán al ejercito egipcio, que tuvo que salir por pies y abandonar Asiria a su suerte. Psametico jugó esa baza no precisamente por amistad o gratitud, sino porque la experiencia le había demostrado que se necesitaba un estado amigo al estilo de Mittani mas allá del Orontes si es que se quería imponer una hegemonía sostenible sobre siria y las provincias fenicias.

Los días del imperio asirio acabaron cuando se encontraba en todo su apogeo, fue un batacazo descomunal, primero cayó Assur y en seguida Nínive, en el 612. En realidad el antaño temible ejercito asirio fue vencido porque por entonces ya no existía dicho ejercito, las tropas habían estado siendo reemplazadas con unidades asiáticas, según iban muriendo las autóctonas, hasta que al final, la practica totalidad del ejercito asirio estaba formado por tropas extraídas de los países conquistados, bastante menos motivadas que las originales. El territorio asirio fue repartido de mutuo acuerdo, el Norte y el Este para el medo Ciaxares, el Sur y el Oeste para Nabopolasar rey de Babilonia, entre tanto tras cincuenta y seis largos años de reinado, moría Psametico I, quien habiendo rescatado a Egipto de la profunda decadencia en la que se encontraba inmerso, dejaba a su hijo Necao, un país independiente, reorganizado, rico y prospero.

Necao continuó la política de Psametico, intentando ayudar a los restos de las tropas asirias que habiendo proclamado rey a Assuruballit, intentaban aun hacerse un hueco en la zona, pero Nabopolasar cayó sobre ellos, aplastándolos antes de que pudiera recibir los refuerzos egipcios, quedando la frontera en el Orontes, con lo que, a pesar de todo, durante tres años Egipto recuperó las dimensiones del imperio de Tutmosis III, transcurridos los cuales Nabucodonosor, el que sería luego el sucesor de Nabopolasar, poco antes de acceder al trono, venció en Karkemish al ejercito egipcio, persiguiendolos luego, pero en ultima instancia Necao pudo rechazar a las tropas babilonias e incluso apoderarse de Gaza, salvaguardando el acceso a las ciudades fenicias, que permanecían independientes. Poco después Necao organizó una pomposa procesion compuesta por el mismo y una nutrida representación de los delegados de los templos del pais, portando ramilletes para la diosa de Biblos de parte de los dioses egipcios, un gesto de apoyo al partido egipcio en la ciudad. Lo cierto es que Babilonia dejó en paz a Egipto y viceversa, ambos estados se limitaron a cultivar sus respectivos circuitos comerciales, marítimo, con Lidia y las islas, el egipcio, continental, con Lidia y la India, el babilónico, que sumados condujeron al mundo de la época en general, a una nueva era de prosperidad.

El antiguo empeño de los monarcas egipcios de abrir el acceso al Indico desde el Nilo a través del mar rojo, nunca fue del todo abandonado, Necao llegó a enviar desde el mar rojo, una expedición conducida por navegantes fenicios, con la intención de rodear el continente africano, propósito que se vio cumplido al cabo de tres años, a pesar de las reticencias del propio Heródoto, nuestra fuente de información al respecto, quien consideraba imposible que el sol quedara a la derecha tras doblar el cabo de Hornos, comentario gracias al cual podemos suponer hoy que aquellos intrépidos fenicios verdaderamente debieron dar la vuelta a Africa.

Psametico II, el sucesor de Necao, al igual que este intentó retomar el control sobre siria, sin ningún éxito, por lo que centró sus esfuerzos en asegurar la provincia de Kush, expulsando mas al sur a los vestigios de la dinastía nubia y poniendo en funcionamiento de nuevo las minas de oro. Aun tuvo tiempo en sus escasos seis años de reinado, para afianzar las relaciones comerciales marítimas con fenicios, independientes desde la caida de Ninive y griegos, como testimonia el hecho de que el tirano de Corinto pusiera el nombre de Psametico a su propio hijo. A la muerte del tercer faraón de la dinastía saita, le sucedió Apries, quien volvió a provocar el enfrentamiento con Babilonia, estimulando la rebelión de Sedecías en Jerusalén, que hizo que Nabucodonosor tras sofocarla brutalmente, ordenara la biblica deportación de los judios a Babilonia. Durante el cautiverio los deportados no fueron reducidos a la esclavitud, sino que fueron tratados con clemencia, muchos llegaron a ser propietarios de tierras, por otra parte el culto judío se llenó de ángeles alados, habituales en la cultura local y se impregnó con las ideas mesiánicas del zoroastrismo persa que había empezado a introducirse en la zona.

Nabucodonosor cansado tal vez de las injerencias egipcias en Palestina, preparó una invasión de Egipto por mar, usando la flota de Tiro, amenaza que los egipcios evitaron sometiendo a un bloqueo por mar a la ciudad fenicia durante trece largos años, tiempo que empleó Babilonia en asegurar su posición en Palestina, por lo que cabe pensar si no se trató de una estrategia de Nabucodonosor para mantener a los egipcios entretenidos y lejos de Siria en vez de un intento real de invasión.

A pesar de haber sido impedida la invasión, la infructuosa política belicista real no le había acarreado ningún prestigio a la monarquía, la cual por otro lado, se encontraba entonces en entredicho en casi cualquier parte del mundo conocido, de hecho en todo el ámbito griego había sido abolida y sustituida por republicas o gobiernos de corte democrático llamados curiosamente “tiranias” y empezaba a reproducirse el fenómeno en las ciudades fenicias.

En aquel momento, en la colonia griega de Cirene, se produjo el levantamiento de la población libia autóctona, abrumada por las avalanchas de griegos que arribaban a la ciudad, ademas por entonces estaban viendo como la vecina colonia fenicia de Cartago, que durante mas de 250 años habia conservado unas reducidas dimensiones, crecía exponencialmente a costa de los terrenos de la población autoctona, sobrepasada por la masiva afluencia de fenicios. Apries saliendo en defensa del pueblo libio creyó ver una oportunidad de relanzar el prestigio de la monarquía apelando a los sentimientos xenófobos que circulaban entre la propia población egipcia que se hallaba muy sensibilizada en contra de la riada de comerciantes griegos, que subían y bajaban por el Nilo y de los impuros asentamientos de mercenarios carios y jonios que se alojaban en la proximidad de algunas importantes ciudades, a pesar de que eran precisamente los griegos quienes enriquecian y protegian sus ciudades librando ademas a sus ciudadanos del servicio militar, sin embargo fue por esto por lo que Apries decidió organizar una expedición de conquista a Cirene, compuesta de soldados egipcios, al no poder usar a los mercenarios, que se habrían negado a luchar contra sus compatriotas, pero la campaña fue un fracaso y según cuenta Heródoto:


“Los egipcios le echaron la culpa y se rebelaron, porque creyeron que su rey les habia expuesto premeditadamente a un peligro cierto para que pereciesen en gran numero y el pudiese reinar con mayor seguridad sobre la población restante”.


Las tropas supervivientes se sublevaron y Apries mandó a detenerlas al general Amasis, que sin embargo se sumó a los amotinados, dejándose nombrar rey. Después derrotó a Apries cuando acudió con sus mercenarios griegos y le obligó a que le nombrara corregente. Tres años después el depuesto monarca intentó nuevamente con un ejército de soldados griegos enfrentarse a Amasis pero fue nuevamente derrotado y aunque Amasis al parecer se oponía, lo cierto es que Apries fue entregado a la ciudadanía, quienes lo estrangularon. Amasis ordenó que fuera enterrado con todos los honores en el templo de Neith, junto a sus antepasados.